Nunca imagine probar aguardiente de caña y menos preparada en piña colada, la verdad es que me agrado bastante, así que pregunté a mi amigo, quien me invito a un convivio familiar, sobre la procedencia de dicha bebida, Me respondió que la podría encontrar en Zacualpan de Amilpas. No dude ni un segundo y al día siguiente madrugue con destino a dicho lugar.
Exuberantes paisajes, ¡riqueza viva!
Después de dejar atrás la Ciudad y Estado de México llego al noreste del estado de Morelos, donde se ubica Zacualpan de Amilpas, teniendo como vecino cercano al estado de Puebla y los municipios de Ocuituco y Yecapixtla. Conforme voy avanzando me quedo sorprendido de tanta belleza, no cabe la menor duda, este municipio es poseedor de una notable serie de maravillas naturales.
Al llegar a Zacualpan, conforme voy adentrándome en sus calles pintorescas, puedo percibir un pueblo prehispánico, un templo viviente de tradiciones, pareciere que en Zacualpan de Amilpas no pasa el tiempo.
No dejo de admirar sus viejas construcciones que a la par con sus calles empedradas hace mas pintoresco el lugar, su gente no deja de ser amable y cálida. Dirijo mis pasos al Exconvento de la Inmaculada Concepción, probablemente el monumento más importante del municipio. Al entrar a su jardín llega a mi un olor a café de olla, giro mi cabeza 90° para buscar de donde proviene tan exquisito aroma y ubico el lugar. Le pido a la marchante me de un tarro de café y un pan artesanal.
"No cabe duda que la marchante sabe de su negocio, de inmediato me relato que su café era muy diferente a los demás al ser este orgánico y artesanal, al escuchar lo dicho le pedí sorprendido que me contara más."
Me comento que ella pertenece a un pequeño grupo de productores y que seguían con al tradición de los abuelos y que el proceso de cosecha comienza en diciembre y se extiende hasta finales de marzo, una vez sembrado se deja secar durante dos semanas.
Enseguida pasa a el triturado en un molino de piedra, para luego pasar a un tipo colador o arnés hecho de cuatro pedazos de madera, para así lograr limpiar el grano del café.
A continuación viene la etapa del tostado, que es la más importante debido a que es aquí donde el café adquiere sus propiedades y obtiene un sabor distinto ya que se ocupa leña de nogal, fresno y guayabo. El último proceso es el de la molienda, donde se define qué tipo de grano se va a moler, si para olla o cafetera.
Mientras me platicaba deje correr mi imaginación para así vivir y sentir cada proceso, sólo así podría, en cada sorbo de café, entender su trabajo, dedicación, y amor a su cosecha.
Gracias a esta, la madre tierra nos permite deleitarnos no solo con sus aromas y texturas, si no también, con sus sabores. Cada sorbo de café y bocado de pan me acompañaban en el recorrido por el exconvento de La Inmaculada Concepción construido en el Siglo XVI, y que al entrar me abrazo e incitó a la meditación y encuentro espiritual, sin duda aún guarda su misticismo.
Cabe destacar que el exconvento tuvo importantes intervenciones posteriores, como la capilla de la virgen del Rosario, del Siglo XVIII, y que también forma parte de La Ruta de los Conventos. Después de tan maravillosa experiencia y el exquisito café con pan no podía irme sin antes preguntar a la marchante donde podría encontrar el aguardiente de caña de Zacualpan que me trajo aquí, muy amablemente se ofreció guiarme a conocer dicho lugar.
Salimos del exconvento, caminamos hacia la calle principal y llegamos a un pequeño local en donde nos recibió un amigo suyo, de inmediato llevo a la pequeña mesa tarritos de "curados de Zacualpan", (menta, tejocote, café, higo y maracuyá) mientras calentaba garganta y tomaba valentía para degustarlos le pregunte sobre las tradiciones de la localidad a lo cual me respondió que en Zacualpan algunas de sus tradiciones son: el cultivo de café orgánico, los curados de Zacualpan, -aguardiente de caña de azúcar preparado con fruta natural- y su fiesta principal, la famosa Mojiganga, que destaca en las celebraciones en honor de la virgen del Rosario, en la última semana de septiembre.
Por fin tomé valor y probé el primer tarrito de Zacualpan curado de menta, increíble sabor y aroma, enseguida, ya envalentonado, tomé el de café, vaya sabor y ¡como pegan...!, mientras reposaba antes de pasar al siguiente sabor, me comentaron que una de sus tradiciones es el trueque. Este ancestral sistema económico, que se basa en el intercambio de productos sin usar dinero, aún existe aquí entre los productores y comerciantes locales.
Ya calientita la garganta le entré al de tejocote, algo parecido al ponche pero en frío que deja en la garganta y boca un agradable dulzor, pero el curado de Zacualpan de higo y maracuyá son los que se imponen, solo de recordarlos en mi boca aumenta la saliva. si la piña colada con Zacualpan me sorprendió, estos dos últimos de higo y maracuyá me encantaron por su sabor, dulzor y frescura, excelente combinación...!
Después de estas 5 bebidas refrescantes y un poco mareado, tuve la oportunidad de visitar el sitio en donde cada domingo a partir de las 5 de la mañana se lleva acabo el trueque, fue una fortuna observar como intercambiaban sus mercancías, con esta ancestral tradición los comerciantes locales contribuyen a la economía local y al mismo tiempo enriquecen la historia y tradición de Zacualpan de Amilpas.
No dudes en visitar Zacualpan de Amilpas, con tu visita se seguirán conservando sus tradiciones y riqueza cultural.
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